Acuérdate de
lanzar mis cenizas al mar, deja que me vaya con la ilusión de bailar el ritmo
de las olas…
Déjame
que me lleve la esperanza de que mis hijos jueguen con trozos de lo que fui a
construir castillos, incluso de arena…
Déjame
que pueda imaginar que tus pies paseen sobre pedacitos de aquel cuerpo que
ayudaste a reconstruir con tus labios y tus manos…
Déjame
que pueda expandirme por el mundo, mecido y disperso como siempre juntos,
fuimos…
Déjame que sueñe contigo y esperarte sin
prisa en el limbo cadencioso del fondo del mar, déjame vivir la emoción de
volver a bailar contigo…