lunes, 27 de diciembre de 2010

Capítulo III. La puntualidad es un agradable sacrificio involuntario para el cumplidor y una manía persecutoria para quien no lo es...



Ahí estaba Él esperando, como siempre a que el reloj de la iglesia marcase la hora de abrir. Hoy sabe que esperará algo más de tiempo, el mismo que no ha invertido en rasurarse la barba por culpa de una luz fundida, pero no va a abrir antes de que el reloj de la iglesia le diga con el rumor de sus campanas que es la hora de levantar la persiana de latón del tercio de fachada que corresponde a la puerta de la librería. 



Un cubre camisas de cuadros azules y rojos, envuelven un cuerpo demasiado encorvado para la edad que aparenta, entre los treinta y los cuarenta seguro pero no se sabe de qué límite está más cerca pudiera tener treintinueve o treintiuno pero nunca veintinueve ni cuarentiuno, un pantalón de pana gruesa de color marrón, se posa irregularmente sobre cada una de las botas negras de campo con los cordones muy cortos, que protegen del frío unos pies guardados en unos gruesos calcetines de lana del mismo color gris que el jersey del hombre que pasó de largo con aquel bigote. El aire desaliñado de nuestro librero, no lo habíamos dicho pero se entendía que era el librero, estaba realzado por un pelo que parecía no haber conocido peine alguno y unas marcas todavía de sábana que surcaban su rostro verticalmente. Sus ojos, se hundían, dentro de unas oscuras cuencas, y las pupilas apenas asomaban por entre unos párpados casi tan cerrados como la persiana de la librería pero con un tono aún más gris que esta. Las gafas, remendadas con cinta aislante de color marrón en una de sus patillas, se sostenían sobre unas diminutas orejas puntiagudas y despegadas, ciertamente aliviadas en su aspecto por el pelo que caía por esa zona y una nariz si cabe más breve que sus pabellones auditivos, era su boca, por destacar algo, la parte de su anatomía que más bondades sacaba del repertorio de adjetivos que tenemos a mano, unos labios perfilados, rodeaban una boca grande sin llegar a ser grosera, con unos dientes que se vieron esplendorosos cuando con un bostezo y un agitar de cabeza, daban los buenos días a primer cliente declarado de nuestra enigmática librería. 



Era un cliente que en nuestra descripción del librero, había llegado acompañado de un carro de la compra y se había colocado justo al otro extremo de la fachada, donde comienza el escaparate, nada que decir de él, era como aquel que cruzó la plaza pero sin loden, sin bigote, sin sombrero y todo nos hace suponer que sin reloj de oro en la mano derecha pero con un carrito de la compra en la izquierda. 



El humo que nos hizo suponer que en la esquina del callejón de la izquierda había un hombre desapareció, y en su lugar, apareció un hombre entero, un hombre joven, el más joven hasta el momento, no supera los treinta con total seguridad, una carpeta azul de cartón que pende de su mano derecha nos hace suponer que puede ser estudiante, pero en verdad no tiene pinta de eso y si de llevar una vida bohemia y nómada, a juzgar por los calcetines desparejados, azul uno y verde el otro, un pendiente en su ceja y otro en el labio inferior, la suciedad que comentábamos antes en sus zapatos y por último y lo que nos exculpará de la acusación de prejuicio alguno, una mochila de lona, tipo tapete militar por la que una cremallera rota, nos permite ver un montón de prendas arrugadas y remezcladas entre sí, que nos hacen difícil creer que este joven ha dormido dos noches seguidas en la misma cama o más aún, en cama alguna. 



El susurro de las campanas de la iglesia empezaron a decir que era la hora de abrir esa librería con ese lema tan peculiar “Libros pintados y de escritores inéditos”.

domingo, 19 de diciembre de 2010

Ceguera Blanca

cuando posaste tus ojos muertos en la naturaleza viva de aquel cuerpo
no hubo confusión
la nada desdeñó aquel continente vacío, de valores y cultura
levantó la nada desdeñable sentencia 
a
 clausura blanca
 a 
ceguera sorda
la pasión por la vida, 
alcanzó a levantar el castigo de la luz invisible 
se hizo el contraste
se hizo la noche clara, 
se hicieron las formas y los cuerpos reflectantes, 
tocados por las sombraS

martes, 7 de diciembre de 2010

Elegía de Adviento


no quisiste firmar aquel poema que no era tuyo
no quisiste abrirte la puerta de la libertad
(sabías que ser libre no era aquello)

cien años no parecen suficientes
para que tu sombra y tu silencio,
alcancen a tapar las fauces de tu ira y otros tubérculos
mil nanas como las tuyas de luces resumidas,
un joven que sin ser capaz de ser, lo sigue siendo
elegía de líneas discontinuas,
ahora muere aquel, luego lo harás tú, mañana quizás yo
cuanto amor, cuanto dolor, cuantos temblores, que de requiebros…
para la libertad de tu alma, diste tu vida,
para lavar tu cuerpo, nanas celestes, futuro yermo
cuando tu río se secó en tu frente
el levante del norte, ya estaba muerto
no te quiero decir grandes poemas,
(tampoco se si puedo)

si te quiero decir, gracias cabrero
desde el zulo, de tu mente, simple y clara, pienso en tu fin y me retuerzo
no quisiera, plagiarte mas confieso,
que me duele imaginar, tu frío y el de tantos abuelos que por dolerme, me duele y se me hiela hasta el aliento, de rabia, de rebeldía contenida y de tantas muertes silenciosas en cárceles de permanente inviernO…

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Morbo según Bukowski

adherida a sus propias creencias con bragas azules de encaje en materia de algodón
tempestad embutida en minifalda, medias de seda, tacones de aguja, liguero de elástico multicolor
turgentes nalgas, guante de seda, pechos de melocotón
desnutrida y bella
grosera y limpia por dentro sucia por fuera
humeante entrepierna rodeada de vómito ocre sobre manto de nieve de nácar, sal y poemaS

lunes, 29 de noviembre de 2010

Mujer Compuesta

tuve que esperar a soñarte
nunca hubiera sido capaz de haberte imaginado
tuve que ser capaz de abrazarte
para poder tenerte, algún día
desnuda y durmiendo a mi ladO
más simple y clara que la luz de aquel día
un haz de ilusión de color de calor de cariño, de ternura
juventud, madurez, vejez, vigilia inquietante y ángel futura
encontraré todos tus rasgos en los rastros de la pasada luna

rodearé con mi brazo descubierto tu cuerpo sutil e intenso, a tí, amada mía, ser de aire y fuego, etérea superlativa, me amararé con tus cabellos por siempre a tu eterna cinturA

domingo, 21 de noviembre de 2010

Pequeñas Infamias


imfame, inflamable, insustancial y agotable
infalible, sublime, injustificable y mezquino
inflable, injustificable, insubordinado y amable
caricatura de sí mismo
locura itinerante y sorpresiva
cordura permanente que va y viene
Carmen que te imaginas aquellos hilos invisibles
letra tras letra formando palabras feas y bellas
figuras glamurosas y esbeltas inseguras de su forma
que persiguen otros temas y suspiran nuevos lemas
aventuras que se nublan tras la infancia
grandes ganas de vivir escenarios de otros roles dimanantes
alimentando para siempre, pequeñas infamias giganteS

sábado, 20 de noviembre de 2010

Neruda


sospecharé sobre aquello que dibujaste bajo la piedra
lúgubre y rodeado de lombrices, aquello que tú creaste
fue como aquello que nunca me dijiste
bastará salir del mundo para verte con perspectiva suficiente
astro de sentimientos pensados, de pensamientos sintientes
cincel de lo reaccionario a golpe de hoz y martillo
nunca callado ni ausente, por eso fuiste demonio alado y maldito
y escribiste los versos más bellos aquella noche triste y oscura
cuentas pendientes que nunca se ajustaron con, ni sin holgura
cuando te leo mi razón no tiene dudas
de aquellas dos nubes blancas que sobre el cielo juntas vuelan o de la mano caminan
una debe ser la inspiración, pero la otra seguro que es NerudA

domingo, 7 de noviembre de 2010

Capítulo II. Con el alma se nace, pero de vez en cuando se pierde y en ocasiones, para toda la vida…





La naturaleza muerta del escenario, no la resucitaba ni el paulatino desnudo indolente de los árboles, ni aquella pequeña ave por la que todos suspirábamos ni por supuesto esas presas potenciales que nos sentimos incapaces de colocar en este decorado, tampoco el viento osaba pasear por aquí, ni por diminuta grieta, ni rendija subterránea inexistente ni por la lógica corriente que los dos callejones debían provocar, las hojas sin sabia, caían rendidas y agitaban las otras hojas en su descenso que sin vida como los árboles no se resistían a caer, simplemente no caían para formar parte del amasijo de montañas de hojas, casi pasta, en lo que se estaba convirtiendo aquella alfombra ocre que ya era mucho más parda. Por que humedad si había aunque no hubiese cristal donde se condensase, excepto aquel del escaparate sin vida alguna dentro que generase el contraste calorífico necesario para que esto ocurra, ni hueso humano o animal que se resintiese de este rigor climático, no existe reuma sin vida, tampoco había rastro alguno de frío ni atisbamos en el panorama síntomas de calor, pero todos, el que escribe y cuenta y los que leen e imaginan, sabemos que esta mañana entre las nueve y las diez, era gélida. 



El devenir de las líneas, el tiempo en sentido figurado, nos ensimisma de tal modo y nos aburre tanto que la aparición de un alma, por más triste que esta sea, parece ser la única forma de sacarnos aún a tirones de los pelos de este tedio en el que todos nos hemos metido, no olvidemos que voluntario, aunque es de sentido común que los humanos nos aburrimos por gusto siempre o por falta precisamente de humanidad. En estas divagaciones gratuitas, parece estar ocurriendo algo, ya que el leve murmullo de silencio que de esta plaza llegaba, pareció enmudecer en un movimiento sutil y circular, creando un torbellino de estrépito y vacío empezando en la parte trasera de la iglesia, cayendo por las copas de los árboles, moviendo apenas nada la amalgama de hojas muertas del suelo, pasando por el callejón de la izquierda y deteniéndose en el de la derecha, por el que se ve aparecer una mano que levanta la solapa de un sombrero gris que parece llevar un hombre con bigote. 



Ese bigote, que recuerda mucho a aquellos con los que algunos sueñan y con los que la inmensa mayoría hemos tenido pesadillas, entra en la plaza girado hacia la izquierda, hasta que la esquina que le separa de la Librería, le permite por fin verla, momento en el que la vista se dirige al suelo, juraremos que de nuevo aunque no lo hayamos visto antes y los pasos hacia el centro entre los dos árboles, dirección al otro callejón. El hombre, de mediana edad, mediana estatura y mediano peso, quita su mano de la solapa del sombrero que había levantado para mirar a la librería y la introduce en el bolsillo derecho de su loden color verde loden, la otra mano, si es que tiene, en el otro bolsillo, el izquierdo. El ritmo cadencioso de sus pasos, contrastaba con la apatía de los mismos, pero lo que más llamaba la poca atención que nos llama del personaje, es el cuidado que éste estaba teniendo con el pavimento y sus fortuitos adornos, pareciera que no quisiera dejar constancia de haber estado allí, cuando ya se encontraba en el centro de la plaza, donde se detiene, saca su mano derecha y mira el reloj de oro que se escondía en la muñeca, bajo el loden, un jersey fino de lana gris y una camisa blanca de raso, después de un largo lapso de tiempo solo para ver la hora, una nueva mirada a la Librería y de nuevo el cuidadoso desfile cadencioso apático hasta salir por el lado opuesto al que apareció, regresa el murmullo silencioso y seguimos a la espera de un alma que nos ayude a contar lo que pretendemos. 



Los primeros rastros que no rayos de sol que llegan a la plaza, lo hacen atravesando las oquedades del campanario, y reflejándose en el escaparate de la librería, son estos mismos, los que nos permiten, después de una observación más certera, ver unos hilillos de humo que parecen de cigarrillo salir del callejón colocado a la izquierda de la librería y que nos atrevemos a decir que no pertenecen al hombre que miraba su reloj de oro en su mano derecha, la inercia de sus pasos le tuvieron que llevar más lejos que a esa esquina y no parecía muy dispuesto a desandar su desfile marcial, esta teoría peregrina basada solo en un deseo, nos lleva a pensar que esos zapatos que vemos cuando la ilusión nos agudiza un poco más la vista, pertenecen a unos pies diferentes a los que antes respetaban el manto de hojas, entre otras cosas, por que en la punta de los mismos no hay precisamente pulcritud, si no más bien desgana y dejadez, están muy sucios para ir en el mismo cuerpo que aquel abrigo de antes. 



En cualquier caso, las palabras esconden mucho más de lo que parece, y significan mucho menos de lo que deseamos, la comodidad de empezar este relato en el próximo capítulo, no se le escapará a nadie, pero tampoco a quien conoce el universo cóncavo a la vez que convexo de las vidas que giran entorno a esta librería en esta plaza que de no ser por el establecimiento no existiría ni en mi imaginación ni lo hará tampoco en su memoria, pero la situación me exige que esto sea así, de momento tenemos una ausencia total de motivación alguna, dos árboles indolentes que no deberían ni de ser talados, ya que no deberían ni existir, aparentan tener años y años de vida, pero han sido plantados y regados en un abrir y cerrar de ojos o en un abrir y dejar abierto de pensamientos, ya son mayores y acaban de nacer, de hecho, en este preciso instante podríamos borrarlos, sesgarlos de raíz, quedarían los arriates que los contienen y la historia sería la misma, es más, lo ocurrido sería lo mismo también si nunca hubiesen estado allí, podemos también tapiar la plaza entera, poner la librería, y a su librero en otro lugar, ellos si que no pueden faltar, pero la plaza existe desde antes incluso o quizá al mismo tiempo, como ese hombre que la cruzó sin aportarnos nada, podría no haber pasado, pero para pasar, necesitaba la plaza, o como ese otro que fuma, que sabemos que es un hombre por el tamaño de sus pies, podría no estar fumando, podría fumar en otro sitio donde no lo viésemos y podría también no existir, pero existe y lo conoceremos y tal vez nos alegremos de haberlo conocido, me refiero a todos nosotros, o tal vez ya lo conozcamos pero no nos hayamos dado cuenta. A todo esto, en la plaza ha entrado un hombre con un maletín de cuero marrón que se dirige directamente hacia esa librería con ese lema tan peculiar “Libros pintados y de escritores inéditos”.

viernes, 5 de noviembre de 2010

A Antonio

Yo era uno de esos niños que soñaban un caballo de cartón, allá en nuestra tierra de humedades y niebla densa por las mañanas, dolor de garganta y mantas mojadas.
Pude tenerte en mis manos y tocar aunque con guantes, aquellos papeles en los que Manuel y tú, decíais que la Lola se iba a los puertos, líneas que se entrecruzaban, que se superponían, palabras abrazándose entre ellas y dos hermanos,  sin saber bien lo que hacían. Juan de Mairena calculaba la fecha de su nacimiento en tu mente y mis manos lo vieron todo…
Te fuiste y el mozo tuvo amores, y sufrimiento y anclas a la vida, muchos poemas y los tuyos, y libros y más hermanos y el amor con mayúsculas y otro niño que asiendo a su padre por la crin, le mira con los ojos de la ilusión y rompe cualquier monotonía de lluvia que pueda haber tras los cristales.
Y tus rimas, dulces sedosas, tus rimas prodigiosas me evocan tantísimas cosas…y nunca perseguiste la gloria y aquí estás en todas nuestras memorias, en las memorias del camino, de la yerba, de los montes y del mar, porque no hiciste camino, pariste poemas para andar y al volver la vista atrás, todo vivo, todo quieto, tus versos la mejor postal…
Mis recuerdos, también son de niño, en un patio de Sevilla y de mayor seré aquel mismo que tus canciones repita, poeta de verso simple, maestro de extrañas lenguas, albañil de sentimientos, carpintero de silencios, con Leonor te imagino, abrazados y sin miedo, con la escalera prestada, con la que subisteis al cielo, andalucito que te fuiste,  del mundo te guarde dios, y a los que te queremos recordar, al volver sobre tus pasos, golpe a golpe, soñaremos, con tus letras, porque poeta, ya no hay versos, sólo dos estelas ocres en la mar, una se llama Antonio y la otra libertad…

miércoles, 3 de noviembre de 2010

El desorden de tu nombre


busqué ayuda y sin saberlo a tus pies caí rendido
imagen onírica de aquella que se fue,
lucidez tras fondo de angustia
a mi jardín tú has venido
hablaba con él, sin saberlo, tu amante yo, él tu marido
trasfondo de secretos casuales
casualidades secretas

charlas profesionales para reconstruir mis personales ruinas
rosa de pétalos multicolor, de dulce aroma, de largas espinas

ciego de manos y bizco de oído
nunca quise ser para ti aquel otro hombre
nunca tuve ganas de volar sin abrazarme a tu ombligo
nunca quise poner jamás mayor armonía
que tus pasos cadenciosos por el parque
cualquier tarde fría, ocre
obnubilado con tu cuerpo
y el desorden de tu nombrE

martes, 2 de noviembre de 2010

NO VUELVAS...

no te tires de mi cuerpo hacia la cama
no te creas que mis ganas siguen vivas
no te sientas de mis piernas prisionera
no te duelas como corona de espinas
no me digas que te quiera con locura
no te dignes a calmar mis agonías
no me toques, no me mires, no me sigas
te suplico que no me cuentes tu vida
no malgastes tu saliva con la mía
no padezcas mis fervores ni mis iras
no me aclames, no me oigas no me beses, no me insistas, no te rías
no me bebas, no me comas, no me gimas
no me arranques de mi cuerpo tu cintura
no te quedes con las ganas de la luna
no me ganes con desdén el sol naciente
no des dentro esas arcadas matutinas
no me ahorques con palabras biensonantes
no te calles sin querer, saber quererme y sin dolerme
no me uses, no me hagas, no me cojas no me des, no me duermas madrugadas, no me claves tu vaivén
no me enseñes tus secretos
no me secuestres después
no me riñas con silencio
no silencies tus orgasmos en el fondo de otro cuerpo
no me dejes más tu hueco, no me vuelvas ya más cuerdo, no te vayas, no te vengas, no te muevas, no te pares, no me llores, no padezcas, no supliques, no lamentes, no suspires, no despiertes, no te duermas, sé tu dueña y ordénate a no volver

la vida, tres o cuatro historias, un par de cuentos y una novela redonda y eterna, la muerte o la soledad latentE

sábado, 23 de octubre de 2010

Mejor en prosa


hace tiempo que me siento poco cómodo escribiendo poemas
me atrae mucho más escribir líneas que el azar decida cuando acabarlas, que no sea responsabilidad mía este tema
no quiero tener que tomar esa decisión ni condenar al ostracismo a una sola palabra más
me gustan casi todas, hasta las feas, estoy hablando de las palabras…hasta “chorraera”

me seduce más el sonido sordo de oraciones desiderativas con exclamación simple
que tomar la decisión de transformar en bello lo simple
y en complicado lo sencillo, estoy aburrido de eso
me quiero condenar al “prosaiscrismo” si es que eso existe
prefiero decir que hace buen día a que el sol nos devuelve las ganas de vivir con su dulce y cálido masaje
me resulta más agradable decir que estoy contento a esbozar una serie de cánticos en clave de soneto que juntos signifiquen que mi felicidad está pastando en los campos verdes de tu cuerpo
creo que es más justo decir un te quiero simple, a dibujar un “te amo” con palabras policordes
me quedo con la prosa simple en lugar del verso complicado
pero…
no me gusta que todo el mundo me entienda con facilidad, eso me hace sentir muy torpe, porque llevo ya casi cuatro décadas intentando hacerlo conmigo mismo sin conseguirlo… 

viernes, 22 de octubre de 2010

A la amiga Mastretta

Te oí llegar entre el crepitar armónico de las baldas de nuestro nuevo suelo antiguo…
El viril metal de tu llave fría, penetraba la cerradura horadando microtelarañas y diminutos cuerpos extraños…
Entre sueños, ausente de mi y abandonada al dispendioso goce de dormir, creí pensar mientras controlaba mi ausencia de vigilia con el afán de elegir mi propio rumbo…
Sospeché que entrarías sigiloso en la cama y me arrancarías de los brazos de morfeo para estrecharme en los tuyos…
Aluciné que silencioso pero firme, me arrancarías de mis dulces sueños, para regalarme mejores realidades…
Deseé que cadencioso pero estricto, me arrancases cada uno de los botones y cierres de mi ropa, esa que te impide acceder a mi cuerpo para tomarlo…
Te imaginé, sutil y entregado, arrancándome temblores de rubor y escalofríos de pasión contenida y ajena, mientras no dejabas de perdonar ni una esquina ni rincón de mi cuerpo sin besar…

Pero tuve la certeza, bestia inmunda, de que una vez más venías amargado o tomado dispuesto a arrancarme la vida, como cada noche y cada día…
Termina ya, hazlo del todo, pero querido arrogante caballero, ejemplar hombre, mejor marido, , ciudadano modelo, impostor sorprendido, hagamos un trato, seas por una vez mi amigo, arráncame la vida por última vez, como si fuese la primera, sí, pero esta vez empieza contigO

martes, 19 de octubre de 2010

A Mario B.

Déjame que te cuente querido Mario:
Me dice mengana, “insolente” y yo lo acepto, siempre confío en su acierto y sólo así no cometo fallos.
Que si orgulloso, soberbio o desvergonzado, aquí te escribo, en prosa repleta de versos, la luna, la noche, la poca luz, con voz tenue, los ojos salpican sueño y pican de insomnio.

Insolente, me dijo mengana mía, compañera de ínfulas y destellos de versos susurrados, sufridora y dulce, tenaz y serena, insolente me dijo o me llamo, no lo sé Mario, pero confío también en ti, en lo que decías sobre tu táctica y tu estrategia, nunca hubo mejor papel pintado que tus poemas en las paredes de un cuarto…

Raro, desusado, y extraño, quiero decirte algo Mario, mengano dulce, osado eterno, insolente este mengano que te escribe en prosa, porque vos, sos la poesía… 

sábado, 16 de octubre de 2010

10 del 10 del 10 del 9 (Si lo sé vengo antes)

Ahora caigo en tres cosas, la primera es que hoy es de esos días con fechas curiosas (data del 10 de octubre de 2010), en realidad eso no me parece demasiado “especial”, lo segundo es que he caído en la cuenta de que no he dado ningún tipo de explicación de lo que hacen aquí esta ristra de Palabras Soltadas, lo tercero y más importante es que hace ya 9 años que llegué a esta MI ciudad. Que no es Málaga que eres tú…

Todavía con pesetas en los bolsillos y las maletas cansadas de viajar, abnegadas casi a su suerte y renegando de su propia función errante, ellas y yo quiero decir.


El caso es que después de estos años, han pasado muchas cosas y he escrito algunas de ellas, sirva este blog por lo tanto, para ir almacenándolas física y lógicamente con carácter retroactivo y con mi disimulado desorden de costumbre.

Lo que aquí o en cualquier otro sitio, yo escriba, tiene irremediablemente sabores acumulados de otros sitios, desde el cocido madrileño, con sus tres platos, sopa, garbanzos y carne, pasando por los zarajos más que por el ajo arriero, por el arroz al horno más que por la paella, por un buen “Varguitas” más que por los flamenquines, empezando todo en aquellos chipirones plancha del Jaylu, hasta llegar a los espetitos de ahora, todo ha contado y todo ha sido no ya necesario, indispensable me atrevo a decir. De lo más amargo a lo más dulce…


Como digo, todo tiene sabor a muchas cosas, pero principalmente y prioritariamente, todo lo que aquí o en cualquier otro sitio yo escriba, tiene sabor a ti…

ITAROBAS me está mirando desde el espejo
SITAROBA cada soplo de aire él me lo roba
SAITAROB cuando desaparece viene su olor
SABITARO más veces bebo más sed me hago
SABOITAR cuando escucha su nombre rompe a sudar
SABORITA a la luz de una vela, la luz me quita
SABORAIT vibra, tiembla, resuena luego palpita
SABORATI es tu esencia cariño, agua bendita.
SABOR A TI...


miércoles, 13 de octubre de 2010

Celotipia





de aquel lugar oscuro
donde guardabas nuestros cuerpos
vinieron vientos celestes
cataclismos siderales

locuras astronómicas
húmedos lamentos
…y…
gemidos cósmicos
terrenales dudas de esquinas romas
cánticos de sirenas mudas
y culebras venenosas
muchas serpientes y arpías
aquella noche clara
se oscurecieron mis días
sálvame mente perversa
quitame esta angustia
arráncame esta amarga
densa y absurda
celosíA

miércoles, 6 de octubre de 2010

Capítulo I. El tiempo pasaba por que no podía estarse quieto




Librería, decía un rótulo pintado a brocha con pintura blanca y letra de imprenta sobre un panel de color verde encima del tercio de fachada que ocupaba la puerta, una cancela de rejilla hexagonal de un color gris que a medida que se acercaba a los vértices iba oscureciendo este tono hasta ponerse casi negro, el tiempo o la humedad o ambos parecen tener la culpa, permitía leer un lema en la parte de la tienda que podría ser el escaparate y que ocupaba los otros dos tercios de la fachada, “Libros pintados y de escritores inéditos”, palabras dispuestas en forma oblicua si tenemos en cuenta que no eran ni horizontales ni verticales al plano y con tipo de letra redondilla, conclusión esta a la que se llega después de constatar el trazo recto de las líneas con la parte central de las curvas más gruesas de lo normal. Curioso lema para un establecimiento al que todavía no hemos puesto nombre, ya que este, suele aparecer siempre tras la persiana de latón que lapida la entrada, costumbre esta muy de la zona, atendiendo a una leyenda popular, que daba nacimiento en este barrio a un niño que por cuestiones obstétricas subdesarrolló hasta tal punto sus falanges que era capaz de introducirlas en cualquier cerradura y abrir cualquier puerta, no hablaba en tal caso la leyenda del subdesarrollo moral paralelo de sus progenitores, ni tampoco hoy habla nadie de la más que probable muerte del legendario y valga la redundancia Cerrojos. 


En la misma plaza, sigamos con la descripción del escenario, ningún otro establecimiento, ni tienda, ni quiosco, tan solo partes de atrás de antiguas casas bajas, ni una sola puerta trasera, ni tan siquiera de la iglesia, que también le da la espalda a la plaza desde su parte más baja hasta lo más alto del campanario, ninguna calzada al uso permite acceder en coche a este recinto, sólo dos estrechos callejones de no más de un metro de ancho cada uno, estos callejones, que también podríamos llamar pasadizos, se enfrentan en los vértices opuestos del sitio que digamos tienen como forma poligonal más parecida el cuadrado. A estas horas, vayamos terminando con los detalles que menos interesan, en las que el sol todavía no ha concedido ni un rayo de esperanza, el único rastro de vida y leve movimiento que puede llegar a las retinas del espectador, ya sea viandante perdido, paseante madrugador o narrador que pretende describir un rincón imaginario, existente solo en su cabeza, es el mecer de las ramas de dos árboles tremendamente cansados, que van depositando como meconio otoñal, las primeras hojas de la mañana en el helado pavimento agrietado, por el poco uso y los contrastes de las temperaturas. Cabe destacar, casi por último, que ni el viandante perdido, ni el paseante madrugador ni el vespertino, ni por supuesto este narrador, habían visto antes una plaza tan extraña, dos callejones, una librería, ni un solo banco donde sentarse y ni una puerta que se asome a ella, excepción hecha de la que se esconde tras las persianas de la librería, lejos del alcance del Cerrojos. 



Los árboles siguen tejiendo su particular alfombra ocre con las unidades de sus más pequeñas extremidades que van muriendo, digamos así esta vez las hojas que caen, deseosos de que alguien la deshaga y del mismo modo, cuando las campanas parecen haberse resignado a no ser escuchadas desde este punto anestesiado de la ciudad y como un niño enfadado o una mujer u hombre despechados, tañen con furia hacia todos los puntos de la localidad, siendo escuchados aquí, con escasa o nula resonancia, como si dentro de un pozo ciego estuviesen o estuviésemos los que aquí estamos, aunque en verdad ahí no estemos. 



Pudiera ser que las campanas, hayan sonado nueve veces, pero no podemos realmente asegurarlo por eso que contábamos antes del pozo ciego, lo que quizá nos aventuraremos a suponer en incluso nos atreveremos a decir es que por ser día de trabajo este que hemos elegido para contar aquello y si mezclamos este dato con que ya es de día, podemos concluir diciendo que demasiado tarde sería en esta época para que hubiesen sonado ocho veces los gigantescos cencerros de la iglesia y más que pronto para que lo hayan hecho diez, habida cuenta que permanece en su estado original la persiana de latón, que si recordamos nos impide ver el más que seguro triste nombre de la librería con aquel curioso lema, por otro lado aunque aún no lo sepamos, cuando conozcamos al dueño o propietario y a la vez dependiente del establecimiento, sabremos que no es normal ni admisible a su carácter y formas de vida, que habiendo marcado el reloj de la iglesia, que por supuesto no da a este lado, las diez de la mañana, sería imposible e incluso intolerable que aún no estuviese abierta la puerta, que en realidad y volvemos a recordarlo, es la única de esta plaza. 



Como nada forzado ejercicio de empatía, el narrador agradecería también, igual que el lector, la aparición de al menos un carnívoro en esta escena, a poder ser bípedo, de no ser así quizá sirviese un simple pajarillo que hambriento se dejase llevar por estos lares en busca y captura de algún insecto o pequeño reptil que pese a no verse, con total seguridad debe habitar entorno a este desolador paisaje, con este acontecimiento y su consiguiente descripción, ganaríamos líneas, tiempo queremos decir, para empezar a relatar lo que verdaderamente intentamos contar desde el momento que se abra o quizá un poco antes, esa librería con ese lema tan peculiar “Libros pintados y de escritores inéditos”.

martes, 5 de octubre de 2010

Humedad que en noches serenas se nota en la atmósfera

ciertamente me acojo a tus destellos
como corazón sintiente y caminante
no sugieras ya más velas que me aguanten
que esta noche dormiré asido a tus cabellos

imagínate vivir junto a mi cuello
soñolienta luna gris cuarto menguante
andrajosa decepción, mendigo errante
a tus manos, a tus  pies,  siervo y plebeyo

paso firme “desde el dicho voy al hecho”
nunca más un yo mismo diferente
toca dulce con tu piel mi sol, tu cielo

loca suerte de desnudos relucientes
frío, lluvia viento fuego nieve y miedo
aventura es protegerte,
con mi cuerpo sobre el tuyo
del reflectante relentE

sábado, 2 de octubre de 2010

Glóbulo de aire u otro gas que se forma en el interior de algún líquido y sale a la superficie

desde las dunas de cristal
a las curvas de marfil
desde las olas de espuma y sal
a los gritos de un delfín

dulces saladas agrias y olorosas
perdidas a su fortuna
alegres, redondas, inolvidables y chisposas
con la forma de una luna

inasibles golosinas elemento de aire y agua
ilusión, cuanto más pasan
contra las paredes se chocan y entre ellas se estrujan
solas o en perfecta fila, las juguetonas burbujaS

martes, 28 de septiembre de 2010

Sin título I

un  vulgar mendigo pordiosero al que hiciste rey de mi reino
al que le diste de beber lo más profundo de mi cielo
al que dejaste tocar, hasta con los dedos, todos tus secretos
y besar nuestra deliciosa rutina, sus jugos y sus azúcares, todo sin miedo
y comer los frutos de mi destino y nuestro pasado imborrable, sin remordimientos
seré un día para tí, lo que no quisiste ver y soñaste mientras te daba la mano en noches frías y lluviosas
vendré de puntillas a tomarte sobre el cadáver caliente de aquel al que una noche de noviembre, sin mirar a los ojos matastE