lunes, 4 de julio de 2016

Aleksandra y Aleksandre


Como si de una plaga venenosa se tratara, su mano derecha recorre su brazo izquierdo desde el hombro hacia el codo descendiendo lenta y sinuosamente hasta entrelazar ambas palmas.
A continuación ya con ambas manos, recorre sus piernas con precisión quirúrgica y curiosidad adolescente de arriba abajo, varias veces, muy despacio.
Instintivamente, introduce la mano, una de las dos, por dentro de los pantalones y suspira.

Los oídos aún le silban cuando se quita de la cara yerbas y tierras voladoras y recuerda la conversación que mantenía camino del río, por la pradera solitaria de la mano de la preciosa Aleksandra.