miércoles, 26 de octubre de 2016

Despiste fatal…



Sigo observando mi trocito de cielo por el ojo de patio, mientras voy perdiendo el hilo de respiración que me queda y el viento ondea la ropa tendida en los cordeles. Amanece, estoy tumbada de manera ridícula en el suelo de la cocina sobre un charco de café, no es hora de morir tan temprano ni por supuesto forma. Al menos me queda el consuelo de que parezca un suicidio y que ese cerdo cargue con esta desgraciada vergüenza.
Ya sabía yo que no era buena idea meter el cianuro en el azucarero, siendo tan despistada como soy…

lunes, 24 de octubre de 2016

Sueros y peluches


Al otro lado de la ventana, hasta hoy, cada noche, entre las 9 y las 10 se veía la misma escena.
Ella llegaba de la calle de puntillas, él desde la cocina le levantaba el pulgar mientras calentaba la cena, recontaba bolsas de suero usadas y rellenaba el pastillero para el día siguiente. Ella entreabría la puerta del cuarto contiguo, retiraba algún peluche y besaba, ya descalza, en la frente a su hijo, ya dormido, en la cama.
Hoy sin embargo, ella está tumbada en la cama desierta mientras él fuma y bebe en el salón directamente de una botella que ya está vacía…

lunes, 17 de octubre de 2016

Cortina de salvación


Cuando se prendieron las cortinas de la cocina se vio a si misma cruzando la puerta de su celda en la cárcel. Cuando el techo empezó a oscurecerse por el humo del fuego, imaginó a sus hijas llorando por la noche en un frío y oscuro centro de acogida, cuando las gotas de plástico quemado salpicaban al caer, en el charco de sangre, se volvió a ver, esta vez con una sonrisa, saliendo de la cárcel y yendo a conocer a sus nietos, entonces él movió su mano pidiendo ayuda y ella se fue de allí cerrando la puerta.
Nadie volvería a quemar sus sueños…

miércoles, 12 de octubre de 2016

Rigor Mortis


Poco antes de que los domingos fueran amargos, los lunes más que grises eran negros, pero menos que las mañanas de los martes que se empezaban a parecer a las noches de los miércoles que comenzaban a oler a ese color fucsia que le invitaba a comprar las primeras gotas de la semana y esperar al jueves, que disfrazado de viernes, empezaba a pintar de humo al ritmo de hielos las copas, las sombras y las luces de aquellos sábados de locura y nostalgia que empezaban dulces y acababan con sabor a domingo y al rigor de la muerte…