lunes, 24 de octubre de 2016

Sueros y peluches


Al otro lado de la ventana, hasta hoy, cada noche, entre las 9 y las 10 se veía la misma escena.
Ella llegaba de la calle de puntillas, él desde la cocina le levantaba el pulgar mientras calentaba la cena, recontaba bolsas de suero usadas y rellenaba el pastillero para el día siguiente. Ella entreabría la puerta del cuarto contiguo, retiraba algún peluche y besaba, ya descalza, en la frente a su hijo, ya dormido, en la cama.
Hoy sin embargo, ella está tumbada en la cama desierta mientras él fuma y bebe en el salón directamente de una botella que ya está vacía…

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