miércoles, 30 de marzo de 2011

T R Á N S I T O

Turno para la vida en el ladito amargo de la tierra
Regocijo de ancestros nobles de ricas yervas
Azabache, lirios, papaya, maracuyá, cobre y pisco
Nada más dulce que la risa de aquellos niños andinos
Soledad de viajero de caleidoscópica mirada
Insólito ritmo de pasos, que dan vueltas y no hacen nada
Tránsito alegre de pobreza de mucho y de riquezas de nada
Otro mundo que habla lo mismo, pero con diferentes palabras

domingo, 27 de marzo de 2011

Parcialmente despejado


Parcial mente despejado, leía aquel hombre, en la portada del largo y estrecho “El Mercurio” con insensato desinterés, una visita de algún oscuro mandatario del mundo, alguna balacera con trágico desenlace, algún dramático acontecimiento de tránsito en plena capital con un bus escolar, que finalmente concluyó con el corto periplo (o curiosamente tránsito) por la vida de 3 niñas santiaguinas…
Qué le pongo? Preguntó el simpático barman, detrás de su barriga de lomito, chorito y ceviche y bigote descuidado con olor a pisco peleón.
Un pisco sour por favor? Como no, acepto harto y coincido con el gusto, señor…
En la portada de aquel diario de figura impensable, en una esquina, decía aquello, de parcialmente despejado, el hombre, enganchado con el positivo de aquella predicción climática, acostumbrado a su negativo en el más amplio sentido de la palabra “parcialmente nublado” decidió hacerle una foto a la noticia con su BlackBerry para escribir una entrada en su blog.

Por que el pesimismo? Por qué acabamos de salir en vez de ya hemos salido, por qué nos queda mucho en vez de ya queda menos…por qué esta comida está buena pero a mi me gusta más de esta otra forma, por que este país es bonito pero a mi me gusta más el mío, por qué echar en falta cosas y no, simplemente, buscar y destacar lo que encontramos de más…
Vengo de Santiago de Chile, la capital de un país que ha sido capaz de un montón de cosas desde tan lejos y con una fisonomía similar a la de su periódico más leído “El Mercurio”, aquel donde decía, parcialmente despejado, un país agujereado por dentro por las minas y por fuera por los balazos de algún desgraciado dictador que se fue hace menos al infierno a compartir cloaca con algún otro que se fue hace más y más presente tenemos…un país alertado permanentemente por la imprevisible amenaza de los terremotos y capaz de inventarse un coctel conmemorativo, del último más reciente y duro de 2010, vino blanco jalapeño, helado de piña y granadina, un litro de brebaje exquisito, si usted desea algo más pequeño pero igual, sólo tiene que pedir una réplica…
Parcialmente despejado, que bien, que angustia lo contrario, que tedio, te cuidado con esto o con aquello en vez de disfruta de todo, que duermas mucho, en vez de espero que no te desveles, estar al borde de la muerte, cuando en realidad se está al borde de la vida…las palabras y su impacto, son la misma cosa, decir te quiero no es lo mismo que decir que no te odio, y no por eso, pensamos que lo uno sustituye a aquello…
Volveré, pensó aquel hombre a la altura de su tercer pisco suer, después de haber escuchado una autentica tesis sobre ese licor de uva destilada, seguro de no poder recordar apenas un 10 % de las maravillas que le estaban contando, volveré y no se cuando ni por cuanto tiempo, pero espero no hacerlo sólo, volveré varias veces y si alguna he de quedarme, trataré de respirar cada momento, con la ilusión de impregnarme de aquello que es nuevo aunque para otros sea muy viejo…
Luego de levantarse de su taburete y desatornillar los codos de la barra, un pié se enganchó con el otro, quizá el pisco, no más, restó agilidad a sus pasos y un camarero descuidado, fue azotado por la humanidad de aquel hombre que pensaba en positivo y en un acto reflejo, al tiro alcanzó a soportar el peso del camarero que iba a darse de frentón con sus huesos en el suelo…
Uff, casi se cae usted…
Casi dejo de estar todo el rato de pié querrá decir no?
Cierto, disculpe, me lo estoy trabajando, al minuto llego…
En el cielo, de vez en cuando entre las nubes, entraban de vez en cuando algunos pequeños rayos de luz, pequeños, pero optimistas y de luz al cabo…

sábado, 12 de marzo de 2011

declaro de claridad

no se,
si la pasión dulce llegó antes que el amargo e incierto suspiro de soledad último
la culebra redentora
que obvia los consejos de las fauces del oráculo,
en vernácula forma de incomunicarse
 con su voz interna dijeron algo,
pero en filantrópico silencio
un secreto envenenado de azúcar y sal,
de agua y viento
canto sordo de admiración permanente
singular forma de no decirte lo más sincero
a cada rato, en todo momento
simplemente, 
te quierO
 



viernes, 11 de marzo de 2011

colgados de negro...

La otra noche salía de Sevilla en coche de vuelta a casa, Seat León blanco de alquiler, noche oscura cerrada sobre nosotros, el León y yo, mes de marzo, a primeros, casi las 21:00 y más hambre que sueño pero más cansancio que ganas de comer, 2 horas por delante para pensar y oír la jornada intersemanal de futbol…
Una vez en la autovía, metí la mano en la guantera y saqué un paquete de Lucky Strike casi entero, con los labios así uno de los cigarros de un extremo y con mi Zippo plateado húmedo por la gasolina, lo encendí.
Cuando hube pegado tres profundas caladas al pitillo, me di cuenta de que llevaba casi cuatro años sin fumar y sin comprar tabaco y que mi Zippo se perdió en la noche de los tiempos o el cualquier momento de alguna noche de borrachera aún más oscura que esta, estas cosas pasan, uno se encuentra haciendo cosas que se imagina con tanta facilidad como puede dejar de imaginarlas, por lo que tiré todo fuera de mis pensamientos y seguí concentrado en la carretera, gol en segunda…
Algunas veces así pasan las cosas, sin saber como ni porque ni sin razón aparente ni necesidad de que exista, sólo imaginándolas…
Las curvas sinuosas, aparecían y desaparecían, unas después de otras, el asfalto dibujaba formas excéntricas y tangencialmente al León blanco que engullía kilómetros, sobre los raíles de las rencillas del excaléctrico zócalo inerte…
A mitad de camino, cuando los partidos de las 20:00 iban terminando, al pasar bajo un puente, un hombre oscuro vestido de negro, suspendía sus pies sobre la calzada en actitud preocupante, vista la escena, en el siguiente cambio de sentido, en quijotesca maniobra, di la vuelta, al pasar de nuevo bajo el mismo puente, el hombre, que volvía a estar de frente a mi, estaba más descolgado todavía y acompañado de otro cuerpo, exactamente igual al suyo, tomé la salida para socorrer o auxiliar o prestar ayuda a esos hombres y al llegar me encontré con que ya eran 3…
Me senté junto a ellos cuando ya éramos 5, dos de negro con los pies sobre la autovía a cada uno de mis lados y yo, volví a coger el paquete de Lucky de la guantera de mi imaginación y con un dedo, decidí imaginar que encendía un pitillo mientras ofrecía sendos 4 a aquellos cuerpos que calculaba tendrían boca con que fumarlos…
Qué hacéis aquí les pregunté, lo mismo que tú, contestó uno de ellos, estar, que no es lo mismo que ser, por mucho “tubi” que se inventen los ingleses, además, en algún sitio hay que hacerlo, porqué no aquí??…
Vale, repetí, pero porqué?
Yo no he sonreído una sola vez hoy, dijo uno, yo no he mirado al cielo ni a la tierra ni a nada con ternura y he reflexionado en todo el día, dijo otro, yo no he tocado a nadie hoy, a nadie, nada, ni un pelo, dijo otro, yo no le he dicho una palabra amable hoy a nadie, nada, ni media, sólo he dicho cosas aparentemente necesarias, funcionales, procedimientos e instrucciones, sin alma, dijo el cuarto…
Apagué mi cigarro, dejé el paquete con el resto en el hueco que dejó mi cuerpo y me levanté del asfalto en el cual se sostenían varios cuerpos con los pies suspendidos sobre la autovía y continué hacia casa…
Agotado, cuando los partidos de fútbol acababan y las calles comenzaban a replegarse sobre si mismas, mi cuerpo se arrastraba sobre mis pies de la ducha a la cama, donde dos cuerpos, uno de colores y otro más pequeño fluorescente, me esperaban entre ronroneos de noche de invierno…
Miré al cielo reflexionando sobre la vida y la muerte y el pequeño espacio de tiempo que me separaba desde esta falsa vigilia hasta la sutil ausencia de control aparente sobre mis actos, me acosté y cuando ya sólo quedaban tres cuerpos en aquel puente fumando Lucky, sonreí al saberlo, ya sólo quedaban dos, abracé aquellos de colores que me acompañaban en la cama y al decirles “os quiero” en voz baja, el puente quedó desierto…
 Algunas veces así pasan las cosas, sin saber como ni porque ni sin razón aparente ni necesidad de que exista, sólo imaginándolas…y haciéndolas...