viernes, 11 de marzo de 2011

colgados de negro...

La otra noche salía de Sevilla en coche de vuelta a casa, Seat León blanco de alquiler, noche oscura cerrada sobre nosotros, el León y yo, mes de marzo, a primeros, casi las 21:00 y más hambre que sueño pero más cansancio que ganas de comer, 2 horas por delante para pensar y oír la jornada intersemanal de futbol…
Una vez en la autovía, metí la mano en la guantera y saqué un paquete de Lucky Strike casi entero, con los labios así uno de los cigarros de un extremo y con mi Zippo plateado húmedo por la gasolina, lo encendí.
Cuando hube pegado tres profundas caladas al pitillo, me di cuenta de que llevaba casi cuatro años sin fumar y sin comprar tabaco y que mi Zippo se perdió en la noche de los tiempos o el cualquier momento de alguna noche de borrachera aún más oscura que esta, estas cosas pasan, uno se encuentra haciendo cosas que se imagina con tanta facilidad como puede dejar de imaginarlas, por lo que tiré todo fuera de mis pensamientos y seguí concentrado en la carretera, gol en segunda…
Algunas veces así pasan las cosas, sin saber como ni porque ni sin razón aparente ni necesidad de que exista, sólo imaginándolas…
Las curvas sinuosas, aparecían y desaparecían, unas después de otras, el asfalto dibujaba formas excéntricas y tangencialmente al León blanco que engullía kilómetros, sobre los raíles de las rencillas del excaléctrico zócalo inerte…
A mitad de camino, cuando los partidos de las 20:00 iban terminando, al pasar bajo un puente, un hombre oscuro vestido de negro, suspendía sus pies sobre la calzada en actitud preocupante, vista la escena, en el siguiente cambio de sentido, en quijotesca maniobra, di la vuelta, al pasar de nuevo bajo el mismo puente, el hombre, que volvía a estar de frente a mi, estaba más descolgado todavía y acompañado de otro cuerpo, exactamente igual al suyo, tomé la salida para socorrer o auxiliar o prestar ayuda a esos hombres y al llegar me encontré con que ya eran 3…
Me senté junto a ellos cuando ya éramos 5, dos de negro con los pies sobre la autovía a cada uno de mis lados y yo, volví a coger el paquete de Lucky de la guantera de mi imaginación y con un dedo, decidí imaginar que encendía un pitillo mientras ofrecía sendos 4 a aquellos cuerpos que calculaba tendrían boca con que fumarlos…
Qué hacéis aquí les pregunté, lo mismo que tú, contestó uno de ellos, estar, que no es lo mismo que ser, por mucho “tubi” que se inventen los ingleses, además, en algún sitio hay que hacerlo, porqué no aquí??…
Vale, repetí, pero porqué?
Yo no he sonreído una sola vez hoy, dijo uno, yo no he mirado al cielo ni a la tierra ni a nada con ternura y he reflexionado en todo el día, dijo otro, yo no he tocado a nadie hoy, a nadie, nada, ni un pelo, dijo otro, yo no le he dicho una palabra amable hoy a nadie, nada, ni media, sólo he dicho cosas aparentemente necesarias, funcionales, procedimientos e instrucciones, sin alma, dijo el cuarto…
Apagué mi cigarro, dejé el paquete con el resto en el hueco que dejó mi cuerpo y me levanté del asfalto en el cual se sostenían varios cuerpos con los pies suspendidos sobre la autovía y continué hacia casa…
Agotado, cuando los partidos de fútbol acababan y las calles comenzaban a replegarse sobre si mismas, mi cuerpo se arrastraba sobre mis pies de la ducha a la cama, donde dos cuerpos, uno de colores y otro más pequeño fluorescente, me esperaban entre ronroneos de noche de invierno…
Miré al cielo reflexionando sobre la vida y la muerte y el pequeño espacio de tiempo que me separaba desde esta falsa vigilia hasta la sutil ausencia de control aparente sobre mis actos, me acosté y cuando ya sólo quedaban tres cuerpos en aquel puente fumando Lucky, sonreí al saberlo, ya sólo quedaban dos, abracé aquellos de colores que me acompañaban en la cama y al decirles “os quiero” en voz baja, el puente quedó desierto…
 Algunas veces así pasan las cosas, sin saber como ni porque ni sin razón aparente ni necesidad de que exista, sólo imaginándolas…y haciéndolas...

2 comentarios:

  1. [...]abracé aquellos de colores que me acompañaban en la cama y al decirles “os quiero” en voz baja, el puente quedó desierto…[...]
    Es genial, ¡me ha encantado!
    Saludos

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  2. Esta narración me ha sorprendido y me ha encantado. Hasta ahora te había leído solo poesía y este relato me ha dejado impactada, me encanta esta fantasía tan aguda.
    Besicos muchos.

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