viernes, 5 de noviembre de 2010

A Antonio

Yo era uno de esos niños que soñaban un caballo de cartón, allá en nuestra tierra de humedades y niebla densa por las mañanas, dolor de garganta y mantas mojadas.
Pude tenerte en mis manos y tocar aunque con guantes, aquellos papeles en los que Manuel y tú, decíais que la Lola se iba a los puertos, líneas que se entrecruzaban, que se superponían, palabras abrazándose entre ellas y dos hermanos,  sin saber bien lo que hacían. Juan de Mairena calculaba la fecha de su nacimiento en tu mente y mis manos lo vieron todo…
Te fuiste y el mozo tuvo amores, y sufrimiento y anclas a la vida, muchos poemas y los tuyos, y libros y más hermanos y el amor con mayúsculas y otro niño que asiendo a su padre por la crin, le mira con los ojos de la ilusión y rompe cualquier monotonía de lluvia que pueda haber tras los cristales.
Y tus rimas, dulces sedosas, tus rimas prodigiosas me evocan tantísimas cosas…y nunca perseguiste la gloria y aquí estás en todas nuestras memorias, en las memorias del camino, de la yerba, de los montes y del mar, porque no hiciste camino, pariste poemas para andar y al volver la vista atrás, todo vivo, todo quieto, tus versos la mejor postal…
Mis recuerdos, también son de niño, en un patio de Sevilla y de mayor seré aquel mismo que tus canciones repita, poeta de verso simple, maestro de extrañas lenguas, albañil de sentimientos, carpintero de silencios, con Leonor te imagino, abrazados y sin miedo, con la escalera prestada, con la que subisteis al cielo, andalucito que te fuiste,  del mundo te guarde dios, y a los que te queremos recordar, al volver sobre tus pasos, golpe a golpe, soñaremos, con tus letras, porque poeta, ya no hay versos, sólo dos estelas ocres en la mar, una se llama Antonio y la otra libertad…

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