Tampoco hoy encontré trabajo, pero mis manos seguirán sin
saberlo, cuando suene el despertador a las 6:00, lo pospondrán 10 minutos en
los que estaré abrazado a mi mujer, me ayudarán a ir al baño, lavarme la cara,
atusarme el pelo, afeitarme, ponerme mi mejor traje y despertar con caricias a
mis hijos, les prepararán el desayuno, organizarán sus maletas del colegio, les
quitarán las legañas, le escribirán una nota a mi mujer que encontrará pegada
al espejo “Hoy tengo reunión larga en el trabajo, no me esperes despierta, te
quiero” y me ayudarán a poner punto y final, hoy, a este doloroso secreto.