martes, 20 de septiembre de 2016

Salvo que la muerte nos juntase...

Y le manchaba los dedos de harina al entregarle el paquete y  le guiñaba un ojo cómplice cuando le devolvía el mismo cambio cada día y él lanzaba un beso sordo con sabor a bollo dulce y ella levantaba la mano en un suspiro dibujando un croissant en el aire con polvo de harina y azúcar efímeras y estelares.
Y ella volvería a estremecerse desde la entrepierna a las pestañas al volver a su obrador y él sentiría termitas de tripas a pies al cortar el pan que había en aquel paquete.
Y nunca más compartirían mesa ni obrador, ni para comer, ni para comerse, salvo que los juntase, la muerte…

No hay comentarios:

Publicar un comentario