domingo, 20 de septiembre de 2015

Sobre Cataluña y su posible dependencia



En primer lugar, decir que tengo muchos y grandísimos amigos catalanes y familia.
En segundo lugar que Cataluña en general me encanta y que Barcelona en particular, me parece la ciudad más bonita de España. Sí, más que Sevilla…

En tercer lugar, decir que el catalán, como lengua, idioma, o lo que sea, me parece espectacular, hubo una época en la que sabía casi hablarlo y me gustaba practicarlo, hoy, ya sólo queda poder entenderlo con cierta facilidad.

Respecto al título de este post y sin más ánimo, que el de simplemente contar lo que pienso y siento, decir que no me opongo a la independencia de Cataluña, siempre que sea eso lo que los catalanes quieran, pero me daría pena, así de simple…no deja de ser un fracaso en la convivencia...

Más allá de cuestiones económicas (que me parece inviable), culturales (que supone una pérdida mutua), históricas (que poca relevancia debe tener), políticas (que más que otra cosa me parece impresentable) y deportivas (un desastre...los mejores de muchos deportes en España, son catalanes), para mí, esta cuestión es personal, sí, eso he dicho, personal y de respeto.

No cabe en mi cabeza otra idea diferente a la de que no se puede retener a nadie en ningún sitio donde no quiera estar o bajo una bandera que no sienta como suya…esto último lo digo sin entenderlo, me refiero al sentimiento por banderas, pero las personas lo tienen y por eso lo respeto.


No dejo de pensar en dos cosas que me parecen, al menos dignas de ser contadas, en primer lugar el esfuerzo y sobre esfuerzo y los recursos que se gastan en esta empresa de la independencia, ¿tan bien nos va a todos que nos podemos permitir ese lujo?, el déficit de la balanza comercial, la violencia de género, el éxodo sirio (y de otros pueblos), la pobreza, el desempleo y una clase política que no representa a nadie, creo que son cuestiones mucho más relevantes…eso por un lado, y por otro, pienso en que los catalanes que quieren la independencia están básicamente henchidos de ilusión y los que no la quieren, sencillamente asustados, por no decir cosas peores, entregados a una causa que no es la suya...

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