Esta tarde, mi
hijo pequeño (Alberto 7 meses), ha dormido la siesta encima de mí, sobre mi
pecho, del mismo modo que lo hacía su hermano mayor (Quino 5 años). Esta es una
de las mejores experiencias que vivo desde que soy padre, algunas veces también
duermo yo pero otras (la mayoría) ni lo hago, ni lo intento…
Es un momento
perfecto para pensar y disfrutar, una de las cosas que más me repito es que
algún día, no muy lejano (Con Quino ya llegó ese día) este momento ya no tendrá
lugar, igual que el de contarles el cuento por las noches, ayudarles a
vestirse, llevarles al colegio, ser su mejor amigo, etc, etc..
Una de las cosas
que pienso en ese momento es que “todo está bien”, mis niños sanos, felices y
con todas las oportunidades del mundo o al menos con muchas para hacer de su
vida lo que puedan o lo que quieran o lo que sepan.
Pienso en esas
noches de dudas cuando se han puesto malos, pienso en el miedo inmenso cuando
no sabes lo que les pasa y lo que hacer y pienso en el frío que hacía en este
mundo cuando no sabíamos si algún día llegarían, frío triste y aburrido.
Esta semana no es
normal, esta semana está siendo muy intensa, esta semana es como una tremenda
mierda en forma de humanidad.
Cuando el miércoles
al medio día, vi la imagen de esta criatura inocente, Aylan, me dio un vuelco
la conciencia.
En primer lugar
pensé en sus padres, cuando duermo a Alberto le canto la cancioncilla de Pata
Negra que dice, “…si tu te vas, yo me quedo en Sevilla hasta el final” y me
repito, si tú te vas, es el final, no puede sobrevivirse a los hijos, no por
nada y menos por tan poco…
Después, no sin
mucho dolor e irremediablemente, visualicé la escena tal y como yo quise, esa
barca, esa noche, ese mar negro y oscuro y no ver y no saber y la inmensidad de
lo desconocido y la sospecha de la muerte segura y nosotros cuidando a nuestros
niños hasta el absurdo, pero siempre por su bien y nuestros niños, aquellos,
cayendo al mar de noche buscando la muerte, una mano de padre incapaz de
soportarlos, fracasando y muriendo en vida, desgarrado y sin piel que arañarse
y por nuestra decisión…
Pensé que todos
somos cómplices, TODOS, nadie está completamente impedido para ayudar y nadie
ya, puede revertir esta situación mediática tragedia evitable, pero tragedia,
mediática y evitable, ayudad, por favor, ayudad, hoy, mañana, Aylan, puede ser tu
hijo…
Pero otra cosa
que me impactó es lo familiar que me resultaba la postura de ese cuerpecito,
placido, inerte, entregado, de alguna forma armónico y hasta cierto punto
cómodo, adherido a un suelo que le pertenece por derecho por su condición de
persona y en un espacio de juego que le pertenece por mandato divino por ser
niño…me resultaba familiar y esta tarde he sabido el motivo, es la misma
postura de mis niños durmiendo sobre mí, plácidos, inertes, entregados, de
alguna forma armónicos y hasta cierto punto cómodos, adheridos a su padre que
les pertenece por derecho por su condición de hijos y sobre el pecho del mismo
sobre el que pueden jugar o hacer lo que quieran porque les pertenece por mandato
divino por su condición de niños e hijos...pero vivos, V I V O S!!!!, ajenos a que su padre (yo en este caso), está ayudando a
construir un mundo para ellos en el que pasan cosas como las que le están pasando
a tantos niños, que nunca más podrán dormir la siesta sobre el pecho de sus
padres, ni con sus hijos sobre el suyo…
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