sábado, 5 de septiembre de 2015

Tumbado sobre el pecho del mundo...

Esta tarde, mi hijo pequeño (Alberto 7 meses), ha dormido la siesta encima de mí, sobre mi pecho, del mismo modo que lo hacía su hermano mayor (Quino 5 años). Esta es una de las mejores experiencias que vivo desde que soy padre, algunas veces también duermo yo pero otras (la mayoría) ni lo hago, ni lo intento…
Es un momento perfecto para pensar y disfrutar, una de las cosas que más me repito es que algún día, no muy lejano (Con Quino ya llegó ese día) este momento ya no tendrá lugar, igual que el de contarles el cuento por las noches, ayudarles a vestirse, llevarles al colegio, ser su mejor amigo, etc, etc..
Una de las cosas que pienso en ese momento es que “todo está bien”, mis niños sanos, felices y con todas las oportunidades del mundo o al menos con muchas para hacer de su vida lo que puedan o lo que quieran o lo que sepan.
Pienso en esas noches de dudas cuando se han puesto malos, pienso en el miedo inmenso cuando no sabes lo que les pasa y lo que hacer y pienso en el frío que hacía en este mundo cuando no sabíamos si algún día llegarían, frío triste y aburrido.
Esta semana no es normal, esta semana está siendo muy intensa, esta semana es como una tremenda mierda en forma de humanidad.
Cuando el miércoles al medio día, vi la imagen de esta criatura inocente, Aylan, me dio un vuelco la conciencia.
En primer lugar pensé en sus padres, cuando duermo a Alberto le canto la cancioncilla de Pata Negra que dice, “…si tu te vas, yo me quedo en Sevilla hasta el final” y me repito, si tú te vas, es el final, no puede sobrevivirse a los hijos, no por nada y menos por tan poco…
Después, no sin mucho dolor e irremediablemente, visualicé la escena tal y como yo quise, esa barca, esa noche, ese mar negro y oscuro y no ver y no saber y la inmensidad de lo desconocido y la sospecha de la muerte segura y nosotros cuidando a nuestros niños hasta el absurdo, pero siempre por su bien y nuestros niños, aquellos, cayendo al mar de noche buscando la muerte, una mano de padre incapaz de soportarlos, fracasando y muriendo en vida, desgarrado y sin piel que arañarse y por nuestra decisión…
Pensé que todos somos cómplices, TODOS, nadie está completamente impedido para ayudar y nadie ya, puede revertir esta situación mediática tragedia evitable, pero tragedia, mediática y evitable, ayudad, por favor, ayudad, hoy, mañana, Aylan, puede ser tu hijo…

Pero otra cosa que me impactó es lo familiar que me resultaba la postura de ese cuerpecito, placido, inerte, entregado, de alguna forma armónico y hasta cierto punto cómodo, adherido a un suelo que le pertenece por derecho por su condición de persona y en un espacio de juego que le pertenece por mandato divino por ser niño…me resultaba familiar y esta tarde he sabido el motivo, es la misma postura de mis niños durmiendo sobre mí, plácidos, inertes, entregados, de alguna forma armónicos y hasta cierto punto cómodos, adheridos a su padre que les pertenece por derecho por su condición de hijos y sobre el pecho del mismo sobre el que pueden jugar o hacer lo que quieran porque les pertenece por mandato divino por su condición de niños e hijos...pero vivos, V I V O S!!!!, ajenos a que su padre (yo en este caso), está ayudando a construir un mundo para ellos en el que pasan cosas como las que le están pasando a tantos niños, que nunca más podrán dormir la siesta sobre el pecho de sus padres, ni con sus hijos sobre el suyo…

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